'Es en la práctica de experimentar las diferencias donde nos descubrimos como yos y como tus'. - Paulo Freire (1994)
Cuando llegué a San Francisco de Alfarcito la primera vez, viajando por la puna jujeña, intuí que algo especial flotaba en el ambiente. No era para menos: todo lo que iba descubriendo y recorriendo al caminar por las calles era una invitación a querer conocer más, a saber más de ese increíble lugar. Al poco tiempo volví acompañando a colegas del Colegio de Arquitectos (padrinos de la escuela del pueblo) y, desde entonces, entablé una entrañable amistad con algunos de los pobladores de la comunidad, permitiéndonos acercarnos e intercambiar miradas y horizontes, provocando un mutuo crecimiento.
Una sensación de calidez que parecía reinar en el trato y la convivencia de sus habitantes, plasmado en el trabajo comunitario y la organización interna de la comunidad, me parecieron un claro ejemplo de gestión colaborativa y participativa, comprometida con su tiempo y lugar. Los más ancianos acercaron relatos de historias de vida, recordaron la manera en que se logró traer el agua al pueblo y nos contaron cómo sus abuelos transmitieron las enseñanzas para picar piedras y construir los lugares de vivienda.
No pude dejar de pensar sobre nuestro rol como arquitectos, con responsabilidad social y cultural. Se plantea el desafío de pergeñar con responsabilidad acciones concretas que permitan organizar propuestas de cooperación y aprendizaje mutuo, con comunidades como la de Alfarcito, tan generosas y comprometidas con su territorio.
El patrimonio es concebido como construcción social; el diario acontecer de la vida de las comunidades y las múltiples formas en que ese acontecer se manifiesta. Ese tejido dinámico que no para de transformarse y nuestro desafío como colectivo implicado y sensible a las cuestiones patrimoniales para su cuidado y preservación.
La calidad de las construcciones de piedra
Los constructores de Alfarcito tienen un conocimiento detallado sobre sus modos de edificar, que son inseparables de un conjunto de saberes más amplios en los que involucran otros aspectos propios de la vida de la comunidad. Esta conjunción de saberes y técnicas constructivas heredadas de sus antepasados, expresan una arquitectura de elevada manufactura que no excluye procesos de actualización. La selección de las piedras, las formas, el encastre, la paleta de los colores y texturas, definen fachadas y mosaicos de gran belleza.
El proceso de construcción
Al escasear el agua, muchas piedras se asientan en seco, es decir, no requieren de mortero. En este caso, las piezas seleccionadas son más regulares permitiendo mejor asiento entre ellas; a este muro lo denominan "pirca seca". En el caso de la "pirca húmeda" se utiliza la piedra bola, que se encuentra muchas veces en los cauces de los ríos. Esta presenta el inconveniente de emplear gran cantidad de mortero para llenar los huecos entre las piezas, ya que está erosionada.
Alfarcito se encuentra a los pies de un gran cerro de piedra laja, de gran dureza y caras lisas, lo que posibilita tener la materia prima a mano. Esto le da a sus construcciones un carácter sustentable y de fuerte identidad. Sus muros de piedra se levantan sobre un cimiento también de piedra, que tiene generalmente 40 cm de profundidad y es corrido, conformado por piedras de grandes dimensiones para distribuir la carga a soportar.
Tanto las piedras como la tierra que se utiliza para realizar la torta de barro, y los cardones para la estructura del techo y la paja, son parte del paisaje, conformando una unidad estética identitaria.
Los techos de torta de barro se comportan de manera eficiente térmicamente ya que el calor que reciben durante el día a través de los rayos del sol, lo transmiten durante la noche al interior de la vivienda, compensando la poca termicidad de la piedra que no absorbe la temperatura exterior.
El conjunto urbano- arquitectónico
El perfil de las calles mantiene una escala y proporción de gran armonía y, salvo la escuela que tiene techo de chapa, todo el conjunto mantiene una unidad estética de gran atractivo con torta de barro y paja en los techos. El interior de las viviendas muestra un modo particular de construir el espacio, donde todo está en función de la cotidianidad, plasmada en referencias como el fueguero, la piedra sobresalida del muro para el morral, las hornacinas, las repisas, la mesa, y los vanos en las paredes para ventilación.
Una vez más, la arquitectura se presenta contenedora y transmisora de mensajes y emociones; una arquitectura que define en un espacio la vida misma.
* Dibujos por Jorge Cosentini.